que sí, que sí, que sí... que ya he captado en tu correo la desesperación por saber lo que pasó con Simon. ¿No crees que siete correos son un poco exagerados? Jaja... Me ha encantado tu descripción de cómo estuviste a punto de tirar el café con leche a la pantalla del ordenador cuando dejé la tensión así en el último correo. Chica, será deformación profesional. ¿Te he dicho ya que estudié para ser guionista? Igual sí, igual no... La verdad es que no me acuerdo y no me apetece echar para atrás y ver lo que te escribí. De todas maneras como tengo memoria de pez...
Uy, uy, uy... me están llegando hasta aquí tus gritos y que te estás acordando un poco de mis padres que en paz descansen... Bueno, eso no te lo acabo de adelantar, pero no es el momento. Vale.. voy... que encima parece que me estoy tomando a cachondeo todo lo que pasó y no debería.
Allí voy:
Como te contaba, se abrió la puerta y ahí estaba Simon. Con una sonrisa que no era sonrisa. Me habló. Y la voz me fue desconocida. Me sentí desconcertado. Mi primer impulso fue lanzarme a sus brazos. Besarlo. Darle todas las caricias que me había negado. Soy así de idiota. Mi rencor se diluía en su mirada y perdía el control de mi mente. Ni siquiera recordaba las palabras que había oído por teléfono: "Simon ha muerto". ¿Cómo podía ser tan cruel? Sería que no quería verme más. Una excusa para que le deje para siempre. Pero, si era así... ¿por qué me había dado esa dirección? Quería besarle. Quería besarle mucho. Pero algo fallaba.
-Hola, Ulises, soy Sam.
"Soy... Sam..."... todo pasó de nuevo por mi mente. Había perdido la memoria. La locura había raptado su mente. Estaba gastándome una broma....
Pero no. Era Sam. Era el hermano gemelo de Simon. ¿Por qué nunca me dijo que tenía un hermano? Y sobre todo... ¿por qué no me preparó para su muerte y para darme de morros con su fantasma de nombre Sam? Me quedé sin habla. No sabía que hacer. Si darle la mano o mi vida. Porque era más Simon que el propio Simon. Un Simon heterosexual hasta la médula. Un Simon que no se interesaba por mis labios. Que no imaginaba un futuro a mi lado. Un Simon que hablaba de novias, de partidos de fútbol, de tías en pelotas... Era una broma macabra de la que quería escapar. Una pesadilla de la que debía despertar.
Me sentó a su lado. Me ofreció una cerveza y yo evité sus ojos. Me hacía daño oír su voz. Esa voz que ni siquiera se parecía a la de Simon pero que tan igual se me asemejaba. Me explicó lo del accidente. No quise escuchar. Intentó explicarme que quiso despedirse de mi, pero no tuvo tiempo de decir cómo. Me contó y me contó tanto... Yo sólo deseaba salir de allí. Huir para siempre. Volver a España y pensar en la manera de desaparecer. Simon había muerto. Y eso era la única realidad.
Sam me dio un abrazo. Un abrazo de comprensión y vacío de sentimiento. Al menos ese sentimiento que tanto necesitaba en ese momento. Reconozco que deseé que fuese gemelo del todo. Gemelo en sus deseos, en sus susurros, en sus pasiones, en sus caricias. Gemelo en mi vida, en mi futuro, en mis sueños abrazados a él... Deseé cerrar los ojos y sentir sus labios. Negar la muerte y descubrir la vida. Deseé que hubiese sido Sam el que hubiese muerto en ese accidente. Porque no te lo dije pero iban los dos en el automóvil. Y Sam, el heterosexual, había bebido cervezas heterosexuales. Había caído en una borrachera absurdamente heterosexual y, claro, no podía conducir su heterosexual coche. En esos momentos lo odié. Mucho mucho. Si no hubiese bebido, habría conducido él. Simon estaría vivo y me estaría abrazando mientras YO lo consolaba por la horrible muerte de su hermano. Pero así de cruel es la vida. Así de cruel era mi vida y parecía sorprenderme a cada segundo.
Sam me dijo si tenía donde quedarme. Le dije que no. Me dijo que me quedase en su casa. El tiempo que necesitase. Sonreí. No sé por qué sonreí. Quizás porque cuando la gente dice "el tiempo que necesites" es un par de días y no siete u ocho meses. Yo quería huir. No podía quedarme ahí, pero no tenía donde irme. Además me habían robado. Dije que si y me llevó a una habitación. Además estaba con ese jet lag que se apoderaba de mis párpados. Esa vuelta al pasado. Retroceder varias horas que me obligarían a vivir todo, otra vez... El resto de la noche se pierde en la bruma. Sé que me acosté y soñé. Soñé con Simon que decía adiós. Soñé con Simon que me pedía perdón y me aseguraba que todo pasaba por algo... que tan sólo debería esperar....
Y es que todo pasa por algo niña. TODO. Nunca lo olvides. Incluso lo peor es por algo y siempre trae algo positivo. Si te pasan cosas malas, llora si te hace falta, pero piensa que dentro de un tiempo sabrás la razón por la que ocurrió. Encontrarás la parte positiva. Te lo aseguro....
Hoy no te dejo en ascuas. El próximo día te iré contando lo que pasó. Fueron muchos años... muchos años aceptando... hasta hoy...
Un besito muy grande... mi Penélope...
Ulises.