Hola niña,
Antes de nada… me
muero de la vergüenza por mi anterior correo. No tiene perdón el que después de
tantos años, a la primera de cambio te bombardee con un rosario de chorradas y
sentimientos suicidas que no venían a cuento. En serio, no sé qué decir. Lo normal
hubiese sido el contarte mi evolución por estas tierras, la razón por la que me
vine, etc, etc… pero no, voy y te cuento que he buscado unas cuantas
situaciones con las que acabar fiambre… (esto intenta ser un juego de palabras
algo charcutero…) y no te mereces este peso después de tantos años.
Pero ahora mismo lo
que importa es mi pregunta, en letras bien grandes, mayúsculas, con negrita y
porque no puedo añadirle lucecitas de neón: ¿ERES LESBIANA??? Me he quedado muerto… fíjate tú, tanto buscar formas
de acabar con mi existencia y la mejor hubiese sido la noticia en cuestión. Y es que, nuuuuunca me
lo imaginé. De verdad. Hay que reconocer que siempre he sido un poco inocente
con estas cosas y cuando todos decíais que Joaquín, el de 2º A, era algo
afeminado, yo no encontraba aquello que todos veíais y le consideraba sensible
y algo atractivo, pero esa relación tan estrecha que tenía con las chicas la
asociaba a un deseo frenético de llevárselas a la cama. Años después, te diré,
me he enterado de que se llama Vicky y tiene unas tetas de silicona tan grandes
como sendos huevos de avestruz. Si quieres disfrutar con el cambio, busca en
facebook Vicky Carraz y alucina. Sí, ha llevado su pasión por Olé Olé hasta
límites insospechados.
Así que me quedo
sin palabras… ¿LESBIANA??? Pero si
siempre fuiste la más deseada de todo el instituto. Ibas de uno a otro y tus
minifaldas eran la comidilla de los recreos. Y mientras yo iba a tu lado,
orgulloso de que me hicieses caso, el resto del mundo debía pensar que era el
amigo mariquita de la diosa Penélope.
¡Qué bochorno, de verdad! He releído tu correo mil veces y te das cuenta de que
la vida se empeña en ser juguetona. A mí me manda a Nueva York (en mi siguiente
correo te contaré la razón), y a ti te
envía de vuelta al pueblo, a vender embutidos y liderar una asociación de
armarios abiertos. Qué curioso es todo. Yo pienso que deberías empezara a
escribir, en tu interior espera un gran best-seller y debes de darle forma. Me
encanta tu forma de expresar las cosas, de darles vida, sentimiento. Además, tú
y tu obsesión por la ortografía. No me critiques mucho, ya sabes que escribo
sin mirar y lo que el corrector mágico no haga, yo, seguramente, pasaré por alto. Y es que
vuelvo a tener ese terror a tus análisis, a la búsqueda de la falta, del
error…. (¿por qué estas dos palabras se parecen tanto? Terror… Error…). Así que
por favor, sabes que en el pasado fui de letras, porque me gustaba y porque era
fácil, pero debe de ser que aún no están pagadas todas, así que disculpa todo
aquello que esté mal y no me lo tomes en cuenta, ¿ok?
Como verás, sigo
yéndome por las ramas. De un tema a otro, sin un rumbo fijo. Pero es que estoy
un poco desconcertado con todo y no sé cómo tratar la situación. Aunque tu
confesión me trae una tranquilidad que de alguna manera necesito, ya que creo
que me podrás ayudar a espantar aquellos fantasmas que me atormentan y a los
que están a punto de aparecer.
Debo irme a un
casting en media hora. Nada especial, de figurante en un comercial de la tele.
Sí, a mis años y aún buscando el papel de mi vida y mientras tanto trabajando
las noches en uno de los restaurantes más famosos de Manhattan. Siempre atento
a aquel director que me descubrirá, que verá mi potencial, que sacará partido a
ese pelazo negro que tanto éxito me ha dado y que aún recuerdas.
Y no te preocupes
por mis deseos de vivir. La idea se esfumó. Me hacía falta dormir y el atracón
de valerianas me sentó de maravilla, así que sigo aquí con mis proyectos y mis
muchas decepciones. Y debo hablarte del amor, de ese amor que de alguna forma
me está aniquilando y que no sé de qué forma abordar. Te lo cuento todo otro día, de verdad… llego
muy tarde y necesito ese papel para
sacar algo de pasta… mi chico necesita que trabaje y tengo que hacerlo por él…
no quiero más daño Penélope, no puedo permitir que se enfade más… así que debo
trabajar en lo que sea y algún día, igual tengo las fuerzas que me faltan para
volver a nacer.
Gracias por estar
ahí,
Ulises.
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